Entender y gestionar nuestras emociones es necesario para una vida laboral saludable.
Aprender a identificar y expresar nuestros sentimientos de manera saludable no solo mejora nuestras relaciones interpersonales, sino que también contribuye a una mejor salud mental y física. La inteligencia emocional, que incluye la capacidad de reconocer, entender y gestionar nuestras propias emociones, así como las de los demás, es una habilidad crucial en tiempos de pospandemia, pues nos ayuda a enfrentar desafíos, resolver conflictos y mantener la calma en situaciones de estrés. Además, fomenta la empatía y la compasión, y nos permite conectar más profundamente con quienes nos rodean en nuestra vida laboral y personal.
Elaine Houston, investigadora de Psicología Positiva y especialista en Ciencias de la Conducta, escribió sobre los cinco elementos de los que se compone la inteligencia emocional. Estos elementos los mencionó por primera vez Daniel Goleman en 1995.
- Autoconciencia
Es la habilidad de reconocer y comprender nuestras propias emociones y cómo estas impactan a otros. Es el primer paso para generar una autoevaluación e identificar conductas o emociones en nuestro perfil psicológico que sería positivo cambiar. La autoconciencia también cubre la necesidad de reconocer lo que nos motiva y nos provee de realización.
- Autorregulación
Se centra en la capacidad para manejar sentimientos adversos y adaptarse a cambios. Las personas que dominan la autorregulación son buenas para la resolución de conflictos, la rapidez de reacción y la gestión de responsabilidad o liderazgo.
- Motivación
Es una pieza clave para alcanzar nuestras metas. La inteligencia emocional nos brinda herramientas de automotivación, con un enfoque en la realización y satisfacción personal, que desplazan a un segundo plano la necesidad de reconocimiento o recompensa externa. En este contexto, el compromiso que se asume por y para uno mismo es más fuerte que el que depende de las reacciones y las perspectivas de otras personas.
- Empatía
Es la capacidad de reconocer y entender cómo se sienten otras personas y tomar en cuenta estas emociones antes de continuar la interacción. Nos permite comprender las dinámicas que influencian las relaciones que gestionamos tanto en la esfera familiar, como la escolar y la profesional.
- Habilidades sociales
Son la última pieza del rompecabezas; se conforman de los mecanismos necesarios para entender las emociones de otros, establecer una distancia entre estas y las nuestras al mismo tiempo que construimos un canal de comunicación para conectar con la gente con la que interactuamos. En el ejercicio de estas facultades se obtienen habilidades como la escucha activa y la comunicación asertiva verbal y no verbal.
En resumen, la inteligencia emocional es esencial para mejorar el rendimiento laboral, la comunicación en un entorno profesional y en cualquier aspecto de nuestras vidas. ¿Ya conocías estos aspectos de esta habilidad?
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Nota original: Observatorio